El tablero del juego de la Oca se interpreta como una guía simbólica y encriptada del Camino de Santiago.
Se asocian los símbolos del juego con las etapas de peregrinación. Su origen incierto se relaciona con el Camino de las Ocas, el Camino de las Estrellas, la Orden del Temple, y los templarios.
El viaje de ida está representado por las 32 casillas iniciales, que simulan las 32 etapas del Camino de Santiago.
El viaje de vuelta corresponde a las casillas 33 a 63, es decir, el tablero del juego de la Oca se quiere interpretar como una guía de ida y vuelta del Camino de Santiago.
Imitación de las etapas jacobeas //// Según los intérpretes del juego, hay tres etapas que presentan la oca en el camino de ida y de regreso: Nájera-Santo Domingo de la Calzada, el Burgo Ranero-Mansilla de las Mulas (Vía Trajana) y O Cebreiro-Sarria.
A partir de la casilla 32, se iniciará el camino de vuelta o regreso. Las ocas 36, 41 y 54 marcan el sentido para conseguir la Gran Oca, sin embargo las casillas 45, 50, 59 indican el sentido de inicio.
Las casillas 6 y 12 permiten salvar un obstáculo.
Cruzar el puente significa cruzar la barrera que separa lo mundanal de lo celestial.
Este paso tiene un coste o portazgo por el aprendizaje recibido.
Esta transición es muy dura y hay que tomar un descanso para continuar el camino, por ello se debe ir a la posada, en la casilla 16, que simboliza el descanso para reponer fuerzas y emprender de nuevo el camino con ánimos renovados.
El descanso significa un retraso en la consecución de la meta.
Los dados de las casillas 26 y 53 simbolizan la suerte.
En el juego de la Oca con tirada de dos dados conseguir un 9 supone avanzar y evitar el pozo y la calavera, que representa la muerte.
Caer en el pozo, en la casilla 31, supone permanecer hasta que alguien lo rescate.
El pozo simboliza el pecado y el perdón. Aparece antes de la Oca.
Se sitúa en la etapa 32, Arzúa-Monte do Gozo.
Se dice que el Monte do Gozo era el último lugar donde los peregrinos podían pecar; lo normal es que lavasen sus ropas en A Lavacolla como un signo de limpieza espiritual para alcanzar Santiago.
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