Tres años hace…
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Aislaron ancianos para que murieran, quebraron negocios, fulminaron la paz de las familias, dinamitaron la salud mental de mucha gente, generaron suicidios, coaccionaron a la población para que recibiera una terapia experimental que está enfermando y matando a millones, y todo en base a la opinión de un comité de expertos que nunca existió. Nos encerraron en casa ilegalmente, mataron nuestros proyectos más queridos, aniquilaron las esperanzas de cientos de miles, y los ejecutores de esta barbaridad todavía andan sueltos por las calles, incluso algunos se atreven a dar conferencias. Pero la justicia se acerca. Es cierto que la justicia en este mundo es escasa e incompleta, pero no así la justicia de Dios y la justicia ante la propia conciencia, porque la conciencia es el reflejo de Dios en nosotros, un reflejo fiel e inapelable.

Cerraron las iglesias pero no los supermercados; ahora que han pasado ya tres años, ¿algún virólogo puede explicar qué había de peligroso en las iglesias para que tuvieran que cerrarlas, y qué protección especial tenían los supermercados para que allí el virus no pudiera atacar?

Es preciso recordar que podían pasear los perros pero no los niños; los parques infantiles estaban cerrados, sin embargo los estancos permanecieron abiertos. Cuando impusieron los cierres perimetrales vimos con asombro que el virus atacaba en Burgos pero no en Palencia, en la Semana Santa de 2021 los franceses podían venir a España y moverse por donde quisieran, sin embargo los españoles no podíamos viajar entre provincias. Aún en estos días de marzo de 2023 vemos que en la farmacia la gente va con mascarilla pero en el bar de al lado la gente va sin ella. Nos quisisteis volver locos pero lo único que habéis conseguido es volvernos más cuerdos que nunca. Quisisteis matarnos y lo que habéis hecho es llenarnos de vida. Todavía vamos a tener que daros las gracias a vosotros, pervertidos carceleros y asesinos; mientras veíamos cómo adorabais a Satanás y le ofrecíais rituales, nosotros nos hemos acercado mucho más a Dios y ahora es Él nuestro refugio, nuestro consuelo y nuestra guía.

Cuántas lágrimas tuvimos que derramar por esos seres tan queridos que se fueron de nuestra vida contra todo pronóstico, también contra todo pronóstico han ido apareciendo otros seres que ahora mismo nos acompañan y nos alientan para que no desfallezcamos.

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