Lo mejor de cuando cae la noche, es ordenar todo dentro de un cajón y cerrar.
Todo lo que nos ha herido, nos ha decepcionado, todo lo que nos aprieta el corazón.
Escuchar un poco de música, recordar buenos momentos, leer un libro, cualquier cosa que nos dé paz.
Un día aprendes que no todos los corazones son buenos lugares para que vivas y no todas las manos llegan para ayudarte. No todas las personas que se cruzan en tu vida te van a gustar, no todas están destinadas a quedarse para siempre.
Hoy me preocupo por quien me hace bien y le gusto. Claro que a todo el mundo le gusta ser disfrutado, pero preocuparnos con quien nos juzga, con quien nos envidia, con quien nos apunta con el dedo, con quien nos maldicen (aunque no lo tengan, inventan), es pérdida de tiempo.
Ya no me importa quién se va, con quien me tacha del mapa. No me importa. Eso ya no me preocupa. Es que no me importa. Hoy, estoy ocupado en gustarme y en ser feliz y hacer feliz a la gente. Estoy ocupado en extender la mano, levantar gente del suelo, en hacer sonreír.
Estoy ocupado en hacer creer y en dar palabras de cariño. La gente necesita que les hable bonito cuando tienen el corazón herido. Hoy, estoy ocupado en abrazar fuerte y escuchar. A veces la gente sólo necesita que las escuchen.
La vida te va mostrando quienes son las personas correctas. Los que estén de nuestro lado que adentro estarán para siempre.
Mañana llénate de coraje y empieza el día más ligero.
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Marcos Vélez
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